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En un lugar de Nueva York, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un empresario de bienes raíces y casinos. Frisaba la edad de nuestro empresario con los setenta años con aspecto anaranjado, textura como carne seca, y tenía pelo como maíz. Por no tener título real, decidió que su nombre de pila debería ser Donald. Su apellido era más difícil: consideraba Quijada, Quesada y Quejana, pero decidió en Quijote porque le gustaba la letra 't.' Se daba a leer los blogs derechistas como Breitbart con tanta afición y gusto por la claridad de la prosa, como: primeramente, Mosul es un lugar triste y vamos a atacar Mosul porque ISIS está en Mosul, pero, Hillary Clinton creó ISIS por lo tanto Irán debería escribirnos una carta de agradecimiento, porque Irán está tomando Iraq y vamos a Mosul. Irán nos escribirá una carta de reconocimiento explicando el desastre de Alepo. Irán es Iraq e ISIS. Por leer tanto de la situación, él perdió su buen juicio y decidió convertirse en presidente, de Los Estados Unidos.

 

No había andado mucho cuando Donald Quijote se dio cuenta que la empresa, Carrier estaba planeando trasladar puestos fuera de los Estados Unidos. Donald Quijote, quien quería proteger a sus votantes, mandó que la empresa se quedará en los Estados Unidos. La empresa explicó que es más caro emplear ciudadanos estadounidenses porque hay reglas en los Estados Unidos que son más estrictas que en otros países. Donald Quijote, quien también era hombre de negocios, comprendió el aprieto de los jefes y acordó disminuir las protecciones molestas sobre la seguridad de los empleados y del medio ambiente. La empresa prometió que los puestos se quedarían en los Estados Unidos. Pero, los empleados no les creían a sus gerentes y dijeron que cuando Donald Quijote cambia de idea, las empresas se marcharán igualmente, porque así funciona el mercado libre global. Pero, la empresa le había dado su palabra a Donald Quijote, y por eso Quijote les creyó. Cuando Donald Quijote salió del edificio, orgulloso de resolver el problema de sus ciudadanos, los empleados perdieron sus empleos y la empresa mantuvo los beneficios dados por Donald Quijote. Los obreros dijeron que iban a buscar a Donald Quijote, quien haría que los puestos regresaran a los Estados Unidos, pero los contratados salieron llorando y el jefe se echó a reír.

 

Donald Quijote llamó a su vecino al oeste, el gobernador de Indiana y le dijo que necesitaba un mozo que quisiera acompañarle en sus aventuras. Nuestro empresario necesitaba alguien que tuviera experiencia en el campo de las aventuras. Le prometió una isla muy pronto si acordaba unirse a su pequeño equipo. Por esa promesa y otras así, Sancho Pence accedió salir de su casa en Indiana y hacerse escudero de Donald Quijote.

 

En esto, descubrieron que podrían pasar un propuesto de ley para cambiar los impuestos, y así como Donald Quijote lo vio, le dijo a su escudero:

-Aquí tenemos la manera de mejorar nuestras fortunas más de lo que podríamos haber deseado. Podemos incluir un privilegio tributario para los propietarios de bienes raíces. También podemos reducir los impuestos para los que ganen más de $500,000.

- ¿Qué impuestos? - dijo Sancho Pence.

Nadie, incluyendo Sancho Pence, había leído la propuesta de la ley.

-Mire vuestra merced -respondió Pence- que George W. Bush ha tratado de rebajarles los impuestos a los ricos y causó la gran recesión y bajó los precios de inmueble en 2008.

-Bien parece -respondió Donald Quijote- que no estás acostumbrado en esto de negocios como yo, un empresario. Sabes, yo forjé todo lo que tengo solamente por un pequeño préstamo de un millón de dólares.

Ignorando el aviso de los economistas explicando que el dinero no mejorará la economía, dio la señal al congreso y el propuesto fue aprobado.

Las empresas usaron el dinero para comprar su propia capital social, que incrementó el precio de sus acciones en bolsa sin que la empresa creciera, trasladando el dinero de los contribuyentes a los acomodados.

Donald Quijote les echó la culpa a los estados, quien, según él, no lo implementaron adecuadamente.

 

Cuando Donald Quijote y Sancho Pence estaban caminando por la calle, vieron dos padres con una hija en una silla de bebé de camino a una consulta médica. Por ser un día soleado, ambos padres llevaban gorras y gafas de sol. Donald Quijote dijo:

--O yo me engaño, o ésta será la aventura más maravillosa que se haya visto; porque tenemos que hacer todo lo que podamos para salvar esa princesa de su cárcel.

La familia entró en un consultorio y el doctor declaró que la hija necesitaba una vacuna para prevenir la varicela. Donald Quijote y Sancho Pence entraron por sorpresa al cuarto de la familia joven y rompieron la jeringa con la medicina antes de que el enfermero pudiera ponérsela a la niña. Levantando la chiquita en el aire, Donald Quijote dijo:

--¡De nada, princesa! ¡Te hemos protegido del autismo!

Mientras, Sancho Pence empezó a robar medicamentos para la terapia de conversión. Los doctores mandaron a Donald Quijote y Sancho Pence que salieran del consultorio, pero Donald Quijote empezó a pelear con los doctores, declarando que los pacientes deben pagar por su propia asistencia médica de sus bolsillos. Los enfermeros y otros pacientes salieron de sus cuartos para ver la entretenida batalla.

 

Para descansar después de la valiente batalla, Donald Quijote y Sancho Pence estaban almorzando, dos bolas de helado de vainilla para Donald Quijote y una ensalada de arrúgala y fresas para Sancho Pence. Donald Quijote vio un cartel con una modelo de ropa y declaró que la mujer en el anuncio es su princesa y gran señora y decidió llamarla <<Melania de Trumposo.>> Sancho Pence, muy agitado, gritó:

--¿Qué mujer? Si hay mujer, tendremos que salir de aquí porque no puedo estar cerca de las mujeres por temor de ser tentado. Como sabes, las mujeres solamente tienen una función, y alguien puede acusarme de algo si me ve con una.

 

 

In a village in New York, with a name I have no desire to call to mind, there lived not long ago a real estate and casino businessman. The age of our businessman was bordering on seventy years; his face was slightly orange and with the texture of dried meat, and hair like corn silk. Because he didn't have an actual title, he decided that his first name should be Donald. Picking a last name was more difficult: he considered Quijada, Quesada, and Quejana, but decided on Quixote because he liked the letter "t." He devoured right-wing propaganda espoused by Breitbart with such ardor and avidity because of the clarity of the prose, for example: first off, Mosul is sad and we're going after Mosul because ISIS is in Mosul but Hillary Clinton created ISIS and Iran should write us a letter of thank you because Iran is taking Iraq and we're going to Mosul and Iran's going to write us a letter of listening, Aleppo is a disaster and Iran is Iraq and ISIS. Because he had read so much of this, he lost his wits and decided to become president.

 

He hadn't gone far when he learned that the Carrier company planned to move jobs out of the United States. Wanting to protect his voters, Donald Quixote demanded that the company keep the jobs in the United States. The company explained that employing American citizens was more expensive because the regulations in the United States are stricter than those in other countries. Donald Quixote, who was also a businessman, understood the plight of business owners, so he agreed to ease those pesky protections regarding the safety of employees and the environment. The company promised to keep the jobs in the United States. However, the employees didn't believe that their employers would keep their word, saying that when Donald Quixote turns to something else, the companies would relocate labor, as the global free market ensures the lowest possible price of production. However, the company had promised Donald Quixote, so he believed them. When Donald Quixote left the building, proud to have fixed the problem of his citizens, the employees lost their jobs and the company kept the benefits given to them by Donald Quixote. The workers went to search for Donald Quixote, who would make the jobs return, but the unemployed left weeping and the boss stayed laughing.

 

Donald Quixote called his neighbor to the west, the governor of Indiana and told him that he needed a squire who would like to accompany him to the adventures. Our businessman needed someone who had established opinions about politics. He promised him an island to rule very soon if he agreed to join his small team. By that promise and others like that, Sancho Pence agreed to leave his house in Indiana and become the squire of Donald Quixote. At this point, they discovered that they can pass a proposed bill to change taxes, and as Donald Quixote saw this, he said to his squire: "Here we have a way to improve our fortunes more than we could have desired. We can include a tax exemption for real-estate investors. We can also reduce taxes for those who earn more than $500,000." "What taxes?" Said Sancho Pence. No one, including Sancho Pence, had read the proposed law. "Look, your excellency," Pence answered, "George H. W. Bush has tried to lower taxes on the rich and caused the great recession and lowered real estate prices in 2008." "Well, it seems," Donald Quixote answered, "that you are not as experienced in finance as I, a businessman, am. You know, I created everything I have just from a small loan of a million dollars." Ignoring the advice from the economists explaining that the tax plan will not improve the economy, he gave the signal to Congress and the proposal was approved. The companies used the money to buy their own shares, which raised the stock price without growing the company, thus transferring the money from the taxpayers to the wealthy. Donald Quixote blamed the states, who he claimed did not implement it properly.

 

When Donald Quixote and Sancho Pence were walking down the street, they saw a couple with a daughter in a stroller walking to the doctor's office. As it was a sunny day, the parents wore hats and sunglasses. Donald Quixote said: "If I'm not mistaken, this will be the most wonderful adventure we have thus seen; because we have to do everything we can to save that princess from her prison." The family entered an exam room and the doctor explained that the daughter needed a vaccine to prevent chickenpox. Donald Quixote and Sancho Pence burst into the young family's room and smashed the syringe with the medicine before the nurse could inject the girl's arm. Lifting the little girl in the air, Donald Quixote said: "You're welcome, Princess! We have protected you from autism!" Meanwhile, Sancho Pence began stealing drugs for conversion therapy. The doctors forced Donald Quixote and Sancho Pence out of the exam room, but Donald Quixote began to fight with the doctors, declaring that patients must pay for their own medical care out of pocket. The nurses and other patients left their exam rooms to watch the entertaining battle taking place in the lobby. To relax after the valiant battle, Donald Quixote and Sancho Pence were having lunch, two scoops of vanilla ice cream for Donald Quixote and an arugula salad with strawberries for Sancho Pence. Donald Quixote saw a poster with a clothing model and declared the woman in the advertisement his princess and decided to call her "Melanie of Trumposo." Sancho Pence, very agitated, shouted: "What woman? If there is a woman, we must leave here because I cannot be close to women, for I might be tempted. As you know, women have only one function, and someone can accuse me of something if they see me with one."

Donald Quijote y Sancho Pence

By Emily Wesel (Cal-Pac NIC volunteer)

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